El Profe inmigrante

Siempre menciono a mis alumnos que la elección por la educación es una opción profesional que te lleva a dos votos, el de pobreza, por lo que significa ser la profesión menos valorada en esta América sufrida, donde el maestro es el profesional universitario peor remunerado en Sudamérica, y el de castidad, porque con nuestra remuneración o nos enamoramos de otra profesora y así compartimos nuestro calvario de pobreza, con una loca que debe ser encerrada por masoquismo y demencia, por compartir su conjugue con tres turnos de trabajo, finales de semana revisando pruebas y con las incansables planificaciones exigidas por muchos colegios, o nos quedamos solos pareciendo bichos raros, solterones que huyen del casamiento, para transformarse en bohemios empedernidos. Aun que estas palabras parezcan absurdas, ellas llevan a una reflexión importante. Porque elegir una profesión tan mistificada y al mismo tiempo tan rechazadas por nuestros propios alumnos, que nunca la elegirían como opción real de trabajo. Llegué a Brasil con 9 años, vengo de una ciudad muy pequeña, en el extremo norte de Chile. Partí pidiendo a mis padres que me dejarán con mi abuela y claro que después de muchas promesas, estaba yo aterrizando en suelo paulista. Como mi gran sueño era volver a mi ciudad, todas las veces que lo lograba, y fueron más de una vez en mi juventud, acababa retornando a Brasil, donde encontraba una calurosa acogida, lo que me hizo enamorarme de este país. En los años del plebiscito para derrocar a Pinochet, volví en ese momento tan importante del país y así retornar al Chile de mi infancia. Más la juventud y los amores te juegan nuevas aventuras y retornar es necesario para amar a una brasileña encantadora y seductora, como son todas las brasileñas.
Después de muchos desamores y cursos inacabados decido volver a Chile definitivamente. Es necesario elegir una carrera que me dé una estabilidad y permita estar definitivamente en mi tierra, decido estudiar historia y geografía, el curso ideal para alguien que necesita encontrarse e identificar la realidad y los pormenores de su tierra. Más nuevamente me encuentro inmigrante, ya que con el final de la dictadura, muchos volvieron a Chile esperando encontrar a la tierra que sus padres habían dejado y la fantasía de la infancia del país que se refleja en los chilenos cantando “el si vas para Chile” al atravesar el túnel que une Argentina a Chile por la Cordillera de los Andes. Ser doblemente extranjero en su propia tierra, ya no eres el chileno, como te llamaban en Brasil, ahora tu identidad es otra, eres “el brasileño”, o mejor “el samba”, porque es así como me decían en Chile. Tienes que encontrar tus referencias y buscar los nuevos proyectos que justifiquen tu permanencia en el país. Estudiar para profesor, investigar sobre la historia y la geografía de tu país. Buscar las raíces perdidas u olvidadas por ti, por el “extranjero” que está presente en ti. Es una misión difícil, llena de dudas y de la construcción de tu identidad como chileno y como merecedor de tu metro cuadrado. Con el tiempo vas conquistando tu espacio, dejas de ser el brasileño, pasas a tener un nombre, eres el viejo de historia, el viejo buena onda que cuenta historias de cómo fue difícil encontrarse y definir su vida, dejar de ser el inmigrante errante y ser aquella persona que viste terno y corbata, e impone el respeto a sus alumnos. Ahora tienes un rol importante, tratas de acrecentar en la vida de los jóvenes. Crees que puedes ser una referencia. Pasas a participar en instituciones relacionadas a las artes audiovisuales y empiezas a trabajar en instituciones de educación popular o de restricción de libertad por problemas que los jóvenes enfrentan con la justicia. Tienes facilidad para eso, porque siempre has sido el externo, el de afuera, el extranjero.
Con el tiempo te ganas la confianza y el cariño de los jóvenes, pasas a ser un profesional querido y respetado, te solicitan de instituciones para asesorar e implementar procesos educativos relacionados con talleres y cursos sobre cine y educación. Pasas a pensar que tienes tu vida hecha, ahora es solo administrar y realizar las actividades que están definidas en el marco de tu responsabilidad. Eres un “ser local”, no mas el inmigrante errante, no mas “el brasileño”, “el samba”, ni el doble inmigrante, ahora eres “el profe”. Sin embargo, la historia y la vida te juega un nuevo dilema, tu hermano mayor muere en Brasil, seis meses después, le sucede lo mismo a tu madre y finalmente, tu padre sufre un derrame y debes volver a Brasil, acompañar a tu viejo y retornar a ser el inmigrante. No todo puede ser tristeza en la vida del inmigrante, la vida tiene sus regalos y a los 37 años te hace padre de una brasileira hermosa, llamada “Sabiduría”. Con ella, ahora eres un inmigrante feliz, repleto de la experiencia de reconocer que el ser inmigrante te ha dado la experiencia y al mismo tiempo te ha permitido ser un profesor mejor. Ser inmigrantes y profesor tiene una connotación muy especial. En general los inmigrantes salen en busca de un mundo mejor y con perspectivas diferentes a las dejadas en su país de origen. Mas lo que sucede cuando el individuo repite las experiencias vividas anteriormente sin dejar de lado la vocación tan criticada. Era profesor en Chile y continuo siéndolo en Brasil. El individuo viene de un país considerado con alta calidad educacional, por presentar buenos niveles de alfabetización y con reconocimiento en participación política que llevó al país a una polarización y como consecuencia a una de las dictaduras más sangrientas del cono sur.
Ser profesor en un país de Sudamérica, participando en la formación de jóvenes a través de la educación formal e informal, intentando desviar los jóvenes de las drogas, de la prostitución y de la delincuencia tan presente en nuestra sociedad, compartiendo las experiencias y los sueños para construir no el futuro, mas si la posibilidad de sobrevivir a la vida adulta con sueños y esperanzas. Ser profesor es poder acompañar el proceso de crecimiento de esos individuos que lo único que desean es poder alcanzar sus metas y sobrevivir a la aventura de ser joven. Ser inmigrante y profesor en el corazón de Brasil, tiene una connotación especial, las opciones profesionales son limitadas, mi título universitario dice Profesores de Historia y Geografía de “Chile” para enseñanza media y para legalizarlo, me encuentro con la justificativa de que la historia y geografía de los países son diferentes y me rechazan los años estudiados. Que puede hacer un hispánico en la educación sin un título reconocido, habrá que emprender una nueva jornada y trabajar explorando aquel don que cargo desde el nacimiento, ósea dar clases de español. Como colaborar con la educación de los jóvenes locales a partir del idioma. Implantado a la fuerza en el sistema de educación brasileña debido a la globalización y la proyección de transformar Brasil en una potencia regional, que establece enclaves comerciales y de explotación industrial en los “países hermanos”. Esta nueva disciplina abrió una nueva ventana profesional a los hispánicos en Brasil, entre ellos muchos argentinos, bolivianos, chilenos y peruanos, más no basta simplemente conocer la lengua española, también el profesor debe tener un encanto personal, incorporar tradiciones y la cultura generalizada que está presente en el idioma y finalmente ofrecer al alumno una opción metodológica para el desarrollo creativo de poder interpretar la realidad. El cine ha sido mi herramienta especial, innovadora y cultivadora del interés de los jóvenes. Poder llevar a los jóvenes a construir y reconstruir la realidad a través del cine y de las diversas formas que el audiovisual permite con las imágenes y con las diversas posibilidades de interpretar y valorar las experiencias vividas a partir de los sueños que alguien concretizó en el cine, al permite que los jóvenes interpreten nuevas realidades y así planear nuevos sueños de transformación social y personal, así como, vivir nuevos amores, aventuras, conflictos y construir un futuro con ilusiones y esperanzas que alguien vivió en la pantalla y permite a los jóvenes abrir nuevas ventanas al conocimiento y así planear nuevos sueños de transformación social y personal y construir un futuro con ilusiones y esperanzas de una vida mejor. El cine es una expresión artística desarrollada con mucho encanto por nuestros realizadores latinoamericanos y que exploran nuestra cultura de forma a difundir nuestro legado. El cine argentino creativo, intelectual, crítico e innovador ha sido la referencia en los momentos de crisis, el brasileño sensual, informal, regional y divertido nos alegra por su belleza y su diversidad, el cine chileno técnico, aislado y sensible. Me ha permitido explorar y mostrar a los jóvenes un reflejo de sí y de la idiosincrasia local. Herramienta simbólica que elimina las barreras y aproxima a los jóvenes, a final ser joven es sinónimo de transgresión y transformación. Ser inmigrante, profesor y realizador de imágenes me permite tener ilusión, vislumbrar una juventud que construye una realidad práctica y al mismo tiempo un mundo donde los sueños pueden ser realizados. La esperanza en los jóvenes me hace reafirmar mi opción profesional y percibir que la mayor riqueza de un profesor es poder confirmar que hace parte de una transformación social e individual que va mucho más allá de los sueños de construir un mundo igualitario, mas percibir que el crecimiento individual de nuestros jóvenes transformará cualquier sociedad y principalmente da un sentido especial a nuestra función de formador y educador, sea del otro lado de la Cordillera de los Andes o en el Cerrado brasileño. Ser profesor es soñar con un mundo mejor y ser actor de esa transformación. A mi hija le dejo el legado del inmigrante, ya que ella también lo es. Su padre le heredó la doble nacionalidad, ella podrá elegir o simplemente ser una ciudadana del mundo. Mas la experiencia de sentirse en dos países y la referencia de su padre de ser una persona normal con adjetivos que le dan la posibilidad de ir y venir sin ser incomodada por ser documentada. Le dejo también el amor al cine, con la apreciación de un mundo diverso y sensible y finalmente le doy el respeto por el prójimo que me lo ha dado la educación y el derecho a exigir y reconocer en el otro el derecho de ser diferente y ser inmigrante.

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